Relato 10: La lechera.
Escrito por Cristina Garrigós Muro.
Carolina se levantó a las siete de la mañana. Desde hace tiempo que vivía y trabajaba
en un pueblo entre Inglaterra e Irlanda. Se dedicaba a ordeñar las vacas sacaba la leche
y después la vendía a los pueblos de alrededor. Un buen día Carolina estaba en su casa
leyendo un libro al lado de la chimenea. De repente alguien llamó a la puerta. Carolina
dejo el libro encima de la mesa y se acercó a la puerta.
-¿Quién es?-Pregunta Carolina.
-Preguntó por Carolina.-Dice Manuel.
Carolina abrió la puerta despacio.
-Carolina soy yo.-Dice Carolina.
-¿Quién es usted?-Pregunta Carolina.
-¿Y qué está haciendo aquí?-Pregunta Carolina.
-He preguntado por la lechera y me dijeron que se llamaba Carolina.-Dice Manuel.
-Así es.-Dice Carolina.
-¿Qué es lo que quiere?-Pregunta Carolina.
-He decido venir hasta aquí porque uno de las leches que usted vendió a mi pueblo
estaba en mal estado y está produciendo una enfermedad a los ciudades.-Dice Manuel.
-He revisado todas las vacas y creo que de ser así me hubiera dado cuenta.-Dice
Carolina.
-Losiento.-Dice Carolina.
-Me instalare allí y me ocupare de todos los desperfectos que habré causado.-Dice
Carolina.
-¿Cuál es su nombre?-Pregunta Carolina.
-Manuel.-Dice Manuel.
-¿De qué pueblo viene?-Pregunta Carolina.
-Cushendun.-Dice Manuel.
-De acuerdo.-Dice Carolina.
-Intentaré estar allí en cuanto antes.-Dice Carolina.
A la mañana siguiente, Carolina se levantó más pronto de lo habitual, hizo una maleta y
salió de su casa. Caminó durante un rato largo, sin mirar atrás. Sabía que sentía que
tenía que ayudar a ese pueblo y haría todo lo que estuviera en su mano y le sería
posible. Al llegar a Cushendun, Carolina se sorprendió al ver un pueblo que estuviera
muy unido, todas las aldeas eran muy pequeñas, la gente salía y hablaba con facilidad,
hacían hogueras en tiendas de campaña.
-Esto si es vivir en armonía.-Piensa Carolina.
Carolina se acerca a una casa de madera, pequeña con aspecto de antigüedad pero a la
vez de modernidad. Carolina llama a la puerta. Abre la puerta un gigante alto, con
aspecto de vejestorio y raro.
-¿Quién es usted?-Pregunta el gigante.
-Soy Carolina.-Dice Carolina.
-La lechera.-Dice Carolina.
-Pregunto por Manuel.-Dice Carolina.
-Vive en dos casas más abajo.-Dice el gigante.
-De acuerdo.-Dice Carolina.
El gigante cerró la puerta. Carolina siguió caminado hasta que encontró la casa de Manuel. Carolina llamo a la puerta. Manuel abre la puerta.
-Carolina.-Dice Manuel.
-Veo que es fiel a sus palabras.-Dice Manuel.
-Así es.-Dice Carolina.
-Quiero ayudarles.-Dice Carolina.
-Pasa.-Dice Manuel.
Manuel deja pasar a Carolina a su casa.
-Te instalaras aquí hasta que se solucione todo.-Dice Manuel.
-Gracias.-Dice Carolina.
-Tu habitación será la de arriba.-Dice Manuel.
-De acuerdo.-Dice Carolina.
-Voy a dejar la maleta y ahora vengo.-Dice Carolina.
-Te espero.-Dice Manuel.
Carolina sube por la escalera, llega a la habitación de arriba, entra dentro de la
habitación, mira la habitación, se tumba en la cama, mira por la ventana, se acerca, abre
la maleta y deja la ropa dentro del armario.
Una vez desecha la maleta, Carolina baja por la escalera y se encuentra con Manuel.
Carolina y Manuel salen de la casa y se dedican a ir de casa en casa, mirando y
observando a las personas que estaban enfermas. Manuel y Carolina entran en un
orfanato se sorprenden al ver una habitación a todos niños tumbados en las camas con
enfermeras y monjas dándoles la comida y cuidándoles. Manuel y Carolina se acercan a
una enfermera.
-Hola hemos venido a ayudar.-Dice Manuel.
-Yo soy Manuel el presidente del pueblo y ella es Carolina la lechera.-Dice Manuel.
-¿Qué puedo hacer por vosotros?-Pregunta Carolina.
Carolina se vistió de enfermera y empezó a cuidar de los niños, les dio comida, bebida,
cuidados incluso se encargó de avisar a los ciudadanos del pueblo cómo iba mejorando
aquella enfermedad que todos creían que era una neumonía. Después de estar en el
orfanato, Carolina se encargó de que el resto de las casas y familias no les faltara de
nada y les estuvo ayudando hasta el último aliento hasta que supo que todo estaba bien.
Nadie echaba en falta su leche, pues Carolina se había vuelto más solidaria y ayudaba
en todo lo que podía. Carolina estuvo durante varios años en Cushendun. Un buen día
Carolina se encontraba en su casa y llegó Manuel.
-Hola Manuel creo que las cosas ya están mejor y creo que debería volver a Bré.-Dice
Carolina.
-No puedes irte Carolina.-Dice Manuel.
-Has dado vida, luz a este pueblo que estaba apagado, todos te adoran y eres una
heroína, has ayudado más de tres familias, todos te deben todo.-Dice Manuel.
-¿Hay alguna razón por la que tengo que seguir?-Pregunta Carolina.
-Te amo.-Dice Manuel.
Carolina mira sorprendida. Carolina se acerca a Manuel y le da un beso en los labios.
Carolina se instaló en Cushendun definitivamente, también recogía la leche y la llevaba
a otros pueblos de alrededor y además se ofrecía a ayudar a al pueblo en todo lo que
pudiera. La vida de Carolina no volvió a ser la misma había aprendido que siempre que
ayudando a los demás te puedes hacer feliz a ti mismo, pero sobretodo había aprendido
lo más importante de la vida: AMAR. Pasaron los años, Carolina y Manuel se casaron y
tuvieron hijos: Amanda y Hugo. Los niños jugaban en el campo con las gallinas, los
pájaros, las gaviotas, mientras Carolina recogía la leche, daba de comer a los patos y
gallinas. Carolina se acerca a los niños.
-Niños a comer.-Dice Carolina.
-Vuestro padre os está esperando desde hace rato.-Dice Carolina.
-Si mama.-Dice Hugo.
-De acuerdo mamá.-Dice Amanda.
Carolina siguió recogiendo todo y entro en casa.
Fin.
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