Relato 9 : México.
Escrito por Cristina Garrigós Muro.
Ángela y Pedro se fueron a México a pasar su luna de miel. Llegaron al hotel, después
de estar 48 horas de viaje haciendo escala en Ámsterdam y Abu Dabi. El hotel se
encontraba a las afueras de la ciudad, todo estaba limpio y ordenado, la recepción había
un hombre con un sombrero y collar de hawaiana. Todo parecía como una película.
-Hola tenemos una habitación reservada a nombre de Señores Blasco.-Dice Ángela.
-Perfecto.-Dice el recepcionista.
-Voy a buscarla.-Dice el recepcionista.
El recepcionista coge la llave de la habitación de las estanterías de detrás.-
-Ten.-Dice el recepcionista.
El recepcionista le da la llave a Ángela y Pedro.
-Vuestra habitación es la 112, planta 3.-Dice el recepcionista.
-Gracias.-Dice Ángela.
-Gracias.-Dice Pedro.
Ángela y Pedro cogen las maletas y se acercan al ascensor. Se acerca el botones y les
coge las maletas.
-Gracias.-Dice Ángela.
-Gracias.-Dice Pedro.
Ángela y Pedro se meten dentro del ascensor. Ángela y Pedro se abrazan. El ascensor se
para en la planta 3. Ángela y Pedro se bajan y se acercan a la puerta de 112, abren la
puerta, cierran la puerta. Ángela y Pedro se tumban en la cama. Llaman a la puerta.
Ángela se levanta y abre la puerta.
-¿Quién es?-Pregunta Ángela.
-Soy el botones.-Dice el botones.
-Vengo a dejaros las maletas.-Dice el botones.
Entran el botones y les deja las maletas.
-Gracias.-Dice Ángela.
-Gracias.-Dice Ángela.
El botones se da la vuelta y sale de la habitación. Ángela cierra la puerta. Pedro se
encuentra tumbado en la cama, Ángela se acerca y se tumba al lado de él.
-¿Qué hacemos?-Pregunta Ángela.
-¿Qué te apetece hacer?-Pregunta Pedro.
-Ver la ciudad.-Dice Ángela.
-Vamos a estar una semana podemos verla con calma.-Dice Ángela.
-¿Te parece bien que hagamos ahora el amor?-Pregunta Pedro.
-Vale.-Dice Ángela.
Ángela y Pedro estuvieron haciendo el amor durante un rato largo. Al cabo de unas
horas se vistieron y se fueron a ver la ciudad comieron nachos con guacamole y
quesadillas.
-¡Cuanto pica!-Exclama Pedro.
-Si.-Dice Ángela.
Ángela y pedro pasearon por las calles de la ciudad muy acaramelados, se paraban en
todo lo que les llamaba la atención, las calles, los teatros, las plazas, plazoletas,
monumentos históricos, cines, teatros, librerías, arte, etc.…Se recorrieron prácticamente
toda la ciudad a pie. Ángela se sorprende al ver la pobreza de las calles, un lugar
inhóspito, pero a la vez cierto encanto y cultura artística, los niños solos sentados en el
suelo sin nada que comer ni beber. Ángela se acerca a un niño.
-Ten.-Dice Ángela.
Ángela saca del bolso un trozo de pan y se lo da al niño. El niño sonríe.
-Gracias.-Dice el niño.
Ángela y Pedro siguen caminando hacia el hotel.
-¿Qué hora es?-Pregunta Ángela.
-Son las siete.-Dice Pedro.
-Vamos al super y compramos algo y lo tomamos en la habitación.-Dice Ángela.
-De acuerdo.-Dice Pedro.
Ángela y Pedro siguieron caminando hasta que encontraron un supermercado. Ángela y
Pedro entran en el supermercado y compran comida. Ángela y Pedro se llevan la
comida a la habitación. Ángela y Pedro entran en el hotel con las bolsas de comida,
cogen en el ascensor, suben por el ascensor, se paran en la puerta de la habitación y
abren la habitación, entran en la habitación. Ángela cierra la puerta. Pedro se tumba en
la cama.
-Ha sido un día agotador.-Dice Pedro.
-Pues si.-Dice Ángela.
Ángela deja las bolsas de comida encima de la cama, encienden la televisión mientras
comen jamón serrano, patatas fritas, Coca-Cola. Después de cenar Ángela y Pedro
recogen todo y lo dejan todo ordenado, van al baño, se meten dentro de la cama, apagan
la luz, cierra los ojos.
-Cariño ¿has puesto la alarma?-Dice Pedro.
-Si.-Dice Ángela.
-A las siete.-Dice Ángela.
A la mañana siguiente Ángela y Pedro tenían una vista guiada para ir a ver las Murallas
de Campeche. Salieron a las ocho de la habitación tardaban un rato en llegar hasta el
punto de encuentro y decidieron ir con tiempo de sobra. Ángela y Pedro esperaron en la
parada del autobús más de media hora. El autobús llegó con retraso. Esta vez llegó llenó
de gente. Ángela y Pedro pagaron la entrada y se sujetaron a la barra. En media hora
llegaron a la parada de las Murallas de Campeche y se bajaron. Llegaron justos a
tiempo, la guía llevaba un chaleco rosa y un altavoz que le permitía hablar más alto y
claro.
-¿Estáis todos?-Pregunta la guía.
-Si.-Dice el grupo.
Todo el grupo contesto y la guía empezó a hacer la ruta por el recorrido de las Murallas.
Ángela y Pedro estaban impresionados al ver tanta belleza. La ruta duro tres horas y al
acabar Ángela y Pedro cogieron el mismo autobús se bajaron en el centro de México,
comieron y vieron monumentos y lugares de México que les faltaban por ver y
experimentar y al finalizar el día Ángela y Pedro se bajaron al Spa del hotel y
estuvieron un rato en los baños termales, la ducha, la sauna. Todo relajante estaba claro
que necesitaban un descanso, habían trabajado muy duro durante este año pasado y se
merecían lo mejor de la vida.
-Que gusto se esta aquí.-Dice Pedro.
-Y que lo digas.-Dice Ángela.
Ángela y Pedro estuvieron un rato largo en los baños termales. A las ocho y media de la
tarde, Ángela y Pedro salieron y se fueron a la habitación. Ángela y Pedro entran en la
habitación, cierran la habitación. Después de cenar Ángela y Pedro empezaron a hacer
el amor salvajemente durante un rato largo. Después recogieron todo y se metieron en la
cama, cerraron los ojos y duermen abrazados. A la mañana siguiente la alarma sonó a
las siete de la mañana, como siempre. Esta vez Ángela y Pedro se lo tomaron con más
calma y bajaron a desayunar el buffet del hotel. Ángela y Pedro comieron todos los
dulces que encontraron.
-¿Qué nos falta por ver?-Pregunta Pedro.
Ángela saca un plano de la ciudad y lo enseña a Pedro.
-Pues haber.-Dice Ángela.
Ángela señala con el dedo algunos lugares del plano de la ciudad de México.
-Estos sitios ya hemos estado, faltarían estos los que están sin tachar.-Dice Ángela.
-Propongo que vayamos a la aventura y improvisemos sin horarios, ni ataduras.-Dice
Pedro.
-De acuerdo.-Dice Ángela.
Ángela y Pedro se besan en los labios, se separan, siguen desayunando.
Los siete días en México se pasaron volando. Ya era el momento de volver a su casa en
Segovia, lugar donde residían desde hace algunos años. Ángela y Pedro le dan la llave
al recepcionista.
-¿Qué tal vuestras vacaciones?-Pregunta el recepcionista.
-Las mejores.-Dice Ángela.
Fin.
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